viernes, 24 de octubre de 2008

DUERMEVELA




Recibió el encargo de su editor a media tarde. Tenía que entregar en un par de días un relato inédito que sería incluido en una antología de cuentos de escritores españoles.
Tomás Fuentes, escritor de renombre, odiaba este tipo de colaboraciones. Pensaba que las comparaciones con los demás escritores que participaban en la antología serían inevitables y eso, a él que ya no necesitaba hacerse un hueco en el panorama literario, le podía perjudicar.
La noche anterior había dormido poco y estaba francamente cansado. Como sabía que no podía negarse a cumplir el encargo de su editor, decidió quitárselo de en medio cuanto antes.
De repente, cayó en la cuenta de que en los últimos cinco años no había escrito un solo cuento, pues su actividad literaria estaba centrada en la novela. Por supuesto, todos sus cuentos ya habían sido publicados por la editorial. De modo que no tuvo más remedio que ponerse a pensar en un argumento para su relato.
El sueño le invadía por momentos y dificultaba su concentración. Decidió escribir un cuento típico sobre el tema de los malos tratos, muy de moda por entonces, con un final efectista que, sin duda, sería bien recibido por los lectores.
Cogió su cuaderno de notas y se puso a redactar el argumento:
" Al cabo de varios años, un maltratador, despechado por haber sido abandonado por su mujer, decide vengarse de ella y su actual pareja ..."
Un profundo sopor hizo que el bolígrafo resbalara de sus dedos y su cabeza quedara apoyada sobre la mesa. De repente, todo era nebuloso y el tiempo quedó suspendido como una tela de araña en el espacio.
Aunque tenía conciencia de seguir despierto, porque continuaba escuchando de fondo los persistentes martillazos del vecino de al lado, en su mente se inició otra historia con los mismos personajes, pero con los papeles cambiados: ahora la mujer era la maltratadora y estaba subida en una carroza tirada por siete leones dorados, y planeaba junto con su amante, vestido de gladiador, asesinar al marido maltratado.
Levantó lentamente la cabeza del escritorio y volvió a coger el bolígrafo. Después de frotarse los ojos durante unos instantes, retomó el argumento del relato:
"...Planea concienzudamente el momento en que les atacará por sorpresa en la calle. Para ello, ..."
Una nueva cabezada le hizo perder el hilo del argumento de su historia. De pronto, la mujer encolerizada daba frenéticos latigazos a los leones dorados, mientras el amante, blandiendo en el aire su espada, reía a carcajadas y no paraba de gritar: "es inútil que te escondas, cobarde, tarde o temprano te encontraremos".
Se incorporó sobresaltado. Decidió ir al servicio para lavarse la cara y despejarse. Quería terminar el relato cuanto antes para poder dormir. Sabía que no iba a ser un buen cuento, pero eso era lo de menos, lo importante era salir del paso.
Ya despejado, continuó con el argumento:
"... estudia sus costumbres y los momentos del día en que ambos coinciden fuera del domicilio. Tras varios días espiando las entradas y salidas de la casa, observa que coinciden en la calle sobre las diez de la noche. Decide que esa será la mejor hora para sorprenderlos. Piensa que todo tiene que ser muy rápido. Una pistola es el arma más efectiva para ..."
Alguien llama a la puerta. Se levanta de mala gana.
-¿Quién es?
-Soy el conserje, señor Fuentes.
Se encamina hacia la puerta de mal humor. "Son demasiadas interrupciones -piensa-. A este paso no voy a terminar jamás el cuento".
-¿Qué haces tú aquí? -le pregunta sorprendido y con cara de pánico a su mujer- ¿Quién te ha dado mi dirección?
-Te dije que te encontraría -dice su mujer dándole un brusco empujón hacia el interior de la casa.
-No tienes vergüenza, encima te presentas aquí con éste. Escúchame bien, se acabó, no pienso darte nada más. ¿Qué vais a hacer? ... no, no ... socorro ... ¡aaah!

Alertados por los gritos desesperados del señor Fuentes, los vecinos salieron de sus casas. La puerta estaba entreabierta y Tomás se retorcía por el suelo de dolor. Un vecino corrió con una manta para socorrerlo, pero fue demasiado tarde.




2 comentarios:

fernusan@hotmail.com dijo...

Me gusta. Descripción perfecta del mundo editorial.

El final me lo esperaba. ¿Será por que soy un maltratador, o quizás porque he sido un maltratado?, broma!

Un abrazo!

es dijo...

Qué bien, qué bien y qué bien, que yo te haya "encontrado" para poder leerte tus magníficos textos.

Siempre me tienes en vilo, mientras te leo; me encanta tu estilo!

Besos.